De Libia a Caracas; entre las plazas Verde y Brion

Lejos en el tiempo, por allá; en esos rincones polvorientos de la memoria, quedaron los recuerdos del dantesco espectáculo teatral, circense, con el que se convenció al mundo de la toma y derrocamiento del gobierno libio durante la administración Obama. Todos, casi todos los gobiernos de inmediato reconocían la autoridad del ejército invasor y el autonombrado gobierno. Pocas horas bastaron para que algún periodista, de esos buenos periodistas investigativos, mostrara al mundo la verdad; ¡cómo lo habían engañado!

¿De verdad los engañaban? ¿Eran o no parte de la acción delictiva, al servicio estadounidense? Gobiernos que buscaban en la mediocridad informativa, propagandística, una excusa para reconocer públicamente lo que tácitamente prometieron al gobierno de Barack Obama.

La vertiginosidad en la Venezuela Bolivariana conduce a una convulsión mediática, política, económica, social, más sorprendente y compleja tras de cada evento, en donde lo inusual y extraordinario está presente –como video juegos con desafíos interminables de niveles de complejidad en aumento, superpuestos, según lo expresa un opositor en grupo de WhatsApp−, en la que cualquiera, por orden en Twitter de Donald Trump, se autoproclama y autojuramenta en plaza pública, en las calles del Este de Caracas, capital venezolana, como presidente interino, encargado…, sin cumplir los requisitos de ley o la formalidad constitucional del caso, en desconocimiento mediático de la voluntad popular y ejercicio de la soberanía de más de 8, 10 millones de venezolanos, expresados el 30 de Julio de 2017 para la Asamblea Nacional Constituyente y el 20 de Mayo de 2018 con la realización de la elección presidencial que otorgó la legitimidad debida y obliga la juramentación y toma de posesión en el cargo a Nicolás Maduro, como presidente reelecto.

De comedia, trágica, grotesca, fue esa tarde del 23 de enero al ver la avalancha de países y gobiernos latinoamericanos y europeos reconocer al impuesto y autojuramentado gobierno secundando la orden imperial en menoscabo de sus propias soberanías:
¡Un teatro bufo, desde la Plaza Brion de Chacaíto! Símil al estilo cinematográfico de la Plaza Verde, Libia, con la autenticidad de actores en las calles de Caracas como escenografía, transmitido en vivo y directo al mundo como verdad absoluta −con mayor y más amplia espectacularidad noticiosa que la usada durante las invasiones a Irak−, en busca de aprobación, legalidad y legitimidad con la que no cuentan.

¿Por qué lo hacían desde las calles de Caracas sin el mandatado juramento constitucional, en espectáculo circense transmitido al mundo?

Buscan desde la visión e influencia cinematográfica convencer a la expectante audiencia mundial de un respaldo y aceptación popular que las fuerzas invasoras no tienen a lo interno de Venezuela. Desde lo legal, constitucional, el acto de autojuramentación en plaza pública, como acto de escenificación teatral, no constituye en sí delito penable, imputable, en consecuencia cualquier acción gubernamental contra su realización seria vista como una agresión desproporcionada a la libertad de expresión, pensamiento, escenificación, cultura. ¡Acción de un desesperado régimen!

La autoproclamación y autojuramentación como presidente de Juan Guaidó en plaza pública era un espectáculo farandulero, de estafa y burla a la sociedad venezolana, mundial, con el que se pretende instaurar en la mente del espectador una idea de gobierno en ejercicio pleno –en contradicción a la realidad de un gobierno de efectos prácticos, reales, inaplicables, inefectivos, inimaginables−. Acción bien pensada y organizada desde el punto de vista comunicacional, de convencimiento mediático, en satisfacción de los gobiernos y actores del reparto en busca de la justificación necesaria para desconocer al gobierno de Nicolás Maduro e invisibilizar el respaldo popular que mantiene. En esa perspectiva; la noticia transmitida al mundo era la toma de posesión del presidente interino, encargado…

Desde la escenificación teatral, cinematográfica, no es relevante la legalidad, la legitimidad ni la constitucionalidad en la que se desarrolla el relato. Para el espectador; es un film más que lo traslada a una realidad poco común, de acción y suspenso, sumergiéndolo como protagonista en la contemporaneidad de una épica libertaria. ¡Poco se le importa la forma y el asunto de fondo, acontecimientos y asociación con la realidad, la reflexión y la critica! Es una forma de convencimiento y aceptación subliminal, psicológica, de imponer su verdad.

¡Un golpe de nuevo tipo, chucuto, incompleto! Lo califica Eleazar Díaz Rangel, Director del Diario Últimas Noticias.

Claudio Fermín y Eduardo Fernández, con ironía, expresan su desacuerdo, calificándolo de ruin, falto de ideas nacionales y solidaridad; ¡irresponsables! Llamados a la cordura y conciencia opositora poco valiosos, poco apreciados ante una sociedad enceguecida, enardecida, llevada más allá del extremo de la enajenación mediática, al fascismo, al enfrentamiento fratricida, desde la impotencia, por apetencias de poder en la dirigencia opositora antivenezolana.

Baltazar Garzón −exmagistrado de la Audiencia Nacional, España, y asesor del Tribunal Penal de la Haya−, califica el reconocimiento e intento de legalizar la existencia del gobierno paralelo como una actuación novedosa, en quebranto de la legalidad internacional y la soberanía venezolana. Olvida la participación española en la intervención de Libia con establecimiento y reconocimiento de un gobierno paralelo en el exilio.

Para Tarek William Saab, Fiscal General; la autoproclamación conduce a la falta de sentido común, balcanización y avasallamiento del Estado-Nación, agudizando el conflicto interno en una reedición de viejas revoluciones de colores europeas. Al reconocer al autojuramentado gobierno la Asamblea Nacional violenta la Constitución Bolivariana en los artículos 137, 138, 139, 236 que otorga atribuciones al Presidente de la República. La redacción y aprobación del Estatuto de Transición que en su artículo 29 autoriza la solicitud de invasión extranjera es un desconocimiento flagrante, violatorio de la constitución venezolana en los artículos 333, 334, 335, 336.

Josep Borrell, ministro de Asuntos Exteriores (Canciller) de España, en tono jocoso, en susurro temeroso del que no quiere ser oído o señalado, del que debe y no puede decir, en entrevista televisiva expresa que:
Sería un exabrupto diplomático, legal, el reconocimiento de un gobierno no electo, paralelo en Venezuela, mucho menos si este es producto de una imposición de Donald Trump, la Unión Europea ni España pueden aceptarlo –no lo menciona directamente, tiene miedo, solo lo sugiere y lo deja a consideración de la entrevistadora, del espectador−. Ellos –continua diciendo, mientras la periodista lo interrumpe repreguntando; ¿Estados Unidos?−, nos propusieron, dijeron y convencieron que tras la declaratoria y reconocimiento del gobierno interino, encargado…, era cuestión de tres días la caída del régimen de Nicolás Maduro. Sin embargo; ¡ya usted ve que no sucedió así! ¡Todo lo que ha sucedido son shows, nombramientos, declaraciones y proclamas desde plazas públicas sin legitimidad alguna ni apego al derecho constitucional!

Wikipedia era el ridículo, ¡hazmerreír mundial!, en la construcción y validación mediática de un gobierno 2.0; ¡tras de cada minuto cambian la redacción, roles y nominaciones! No se sabía, con claridad, si Juan Guaidó, proclamado por Donald Trump a través del Twitter y autojuramentado en plaza pública caraqueña, era presidente interino, encargado…, o qué cosa, pues también ejercía a plenitud la presidencia de la Asamblea Nacional y se constituía en un gobernante plenipotenciario, tiránico, cuestión tan criticada por el gobierno estadounidense y sus adláteres latinos y europeos. El apresurado y desquiciado tratamiento narrativo wikipediano buscaba posicionar como verdad absoluta la existencia de un gobierno de reconocimiento y aceptación mundial desde la fantasía hollywoodense y las redes sociales.

¡Si estaba en Wikipedia era cierto y parte ineludible de la historia!

Así, el correlato wikipediano se convertía en la referencia histórica suprema, supraconstitucional, sobre la independencia y soberanía de los Estados-Naciones, leyes y tratados internacionales. Era la mejor prueba de cómo los medios y redes sociales actúan como arma de condicionamiento social a través de los cuales se quiere y se busca imponer comportamientos a favor o en detrimento de preferencias, marcas, institucionalidad, legalidad y derecho internacional. ¡En la creación mediática de héroes y villanos!

Para complacencia de unos y malestar de otros, los medios, grandes y poderosos medios estadounidenses, dan cuenta, informan sobre la preparación clandestina de la coalición anti Maduro. Los movimientos secretos de Juan Guaidó a través de las fronteras de Colombia, con Iván Duque como presidente, Brasil con Bolsonaro, Estados Unidos, la OEA, la Unión Europea. Comunicaciones claves, encriptadas entre voceros estadounidenses como Pence, Pompeo, Rubio, Abrams y los opositores venezolanos Leopoldo López, María Corina Machado, Julio Borges de cuyo plan eran intermediarios, en el esquema organizativo ejecutorio, actores de reparto, extras para la distracción, relleno, cuarto, quinto nivel.

¡Juan Guaidó es la figura estelar en Venezuela! ¡El necesario tonto útil!

De poca a ninguna capacidad discursiva, de extremo vacío intelectual, sin plan o respuesta política coherente, nacional, patriótica…, era impensable que pudiera aglutinar la masa popular, militar, social, suficiente y necesaria para derrocar a Nicolás Maduro y sostenerse en el poder contra sus enemistades a lo interno de la oposición. En esencia; un desconocido imberbe colocado al servicio de la depredadora política morroista, como protagonisima figura cinematográfica, wikipediana, heroica, contra un malvado y tirano régimen, su Estado-Nación, la Venezuela que dice defender.

Guaidó; desde la perspectiva de esta narrativa, ni ingenuo ni Santo ni Duque ni Bolsonaro, sabe y conoce la barbarie contra la sociedad venezolana al llamar al alzamiento militar, a la irrupción social, contra el Estado-Nación, contra la constitución y derrocamiento del gobierno. Sus articuladores le han garantizado un exilio dorado similar, mucho más promisorio al de sus predecesores, tras llevar a Venezuela al caos institucional, la desesperanza, la devastación y la muerte, causas y efectos para abrir las puertas a la intervención extranjera. −La ingenuidad de Guaidó está en la excesiva confianza en sus promotores; oligarcas, paramilitares, fascistas, venezolanos, colombianos, brasileños, europeos, estadounidenses; ¡esa apuesta no es gratis!